Pasan desapercibidos.
A no ser por la numerosa familia.
Doce forman el contingente.
En tiempos de turismo, las caravanas de extranjeros recorren las diversas propuestas de diversión, compras y arte de Los Ángeles.
Este grupo de paseantes en particular llegó el viernes y el martes saldrán con destino a Orlando, Florida, y días después regresarán a Los Ángeles. Tiempo de vacaciones y tiempos de familia.
En ese grupo, hay un turista bajito, con rostro de niño despistado, que tal vez en cualquier otro país del mundo no podría transitar tan libremente como lo hace por la urbe angelina.
Porque en cualquier conglomerado del orbe el rostro de Lionel Messi, para muchos el mejor jugador del mundo, sería identificado y convocaría multitudes.
Pero en Estados Unidos no ocurre ese fenómeno.
Messi es un anónimo.
El astro argentino del Barcelona se encuentra en Los Ángeles y el lunes al mediodía estará en el Coliseo Memorial.
Él tenía una cita ayer con sus amigos, sus compañeros, sus colegas, sus rivales… y con la pelota.
Estaría al frente del equipo Estrellas de Sudamérica y disputaría un duelo sin nada que ganar y sin nada que perder, con un contingente de prodigioso idéntico al suyo, bajo bandera de Resto del Mundo.
Pero el juego se vino abajo.
Los organizadores culpan a un complot de los intereses creados y por los intereses afectados.
El Grupo Anschutz, Concacaf, MLS, la USSoccer y hasta alguna televisora, consideraban atentatorio que dos equipos, con referentes mundiales se trenzaran en una lucha pulcra, sin patadas ni entre ellos ni al balón, al que tratarían, como debe ser, con las caricias de los graduados en canchas de elite.
Tanta belleza habría aniquilado lso relumbrones de Copa de Oro y MLS, por ejemplo.
Y Lionel Messi dará una conferencia de prensa mañana al mediodía. No está solo.
Lo acompañan otros astros que gozan de ese anonimato extraño que, sólo a ellos, les ofrece la ciudad con más paparazzis en el mundo.
Con Messi estará también Diego Lugano, capitán de la selección de Uruguay, símbolo del Fernebache de Turquía.
Y estará además un campeón del mundo en Alemania 2006, el italiano Marco Materazzi, encumbrado como el zar de la infamia al provocar a Zinedine Zidane en la final del Mundial de Alemania 2006 y conseguir un tope en el pecho y una tarjeta roja para el francés.
Los tres comparecerán ante los medios en el Coliseo Memorial y mientras desfilan por Los Ángeles, con su familia, vacacionando, y reconociendo un posible olimpo, la MLS, donde reposar sus huesos cuando estén cansados y maltratados por las jornadas épicas.
En el lujoso hotel donde se hospedan, los huéspedes los observan de reojo mientras conceden entrevistas, al no poder reconocerlos.
Ellos viven en el mundo del futbol y los curiosos no se atreven siquiera a asomarse al mundo del mal bautizado soccer.
Así, si hoy en su camino se atraviesa una troupé de relajados, felices, turistas argentinos, y entre ellos ve un mocoso con cara de roedor confundido, y que es, según dijo a La Opinión, el presidente del Barcelona, Joan Laporta, el mejor futbolista en la historia del futbol, al lado de Maradona, Pelé y Cruyff, dedíquele unos segundos, vístalo de azulgrana, y si a su lado ve a una bella morochita llamada Antonella, no dude, desenfunde su cámara, su celular, y dispare.